domingo, 14 de septiembre de 2014

Un gato callejero


Me gustan los gatos callejeros -como yo-: asustadizos, indómitos, hermosos, no gregarios. No necesitan las banderas ni las multitudes para afirmarse. Éste me mira para desaparecer debajo del coche una décima de segundo después. La foto fue en el Raval de Barcelona, el barrio donde vivió Jean Genet y que seguiré visitando, recorriendo su geología rebelde, decadente, sucia, como la de este gato fugaz.

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