Me gusta cómo los dos árboles en primer término enmarcan bajo la última luz del ocaso la "tierra prometida" profusamente visible en la noche gracias a sus rótulos y torre iluminada que nos recuerdan dónde podemos gastar dinero.
José Saramago tiene un libro que se titula La caverna que se fundamenta en esos centros comerciales que ubican a las multitudes a modo de ciudades en las que trasncurren las vidas. Este es uno más. Está lleno cualquier día de la semana, pero en especial los fines de semana. La imagen me perseguía y quise captarla. Tal vez no tenga nada pero deseé fotografiar ese contraste del que das cuenta en tu comentario. Allí dentro es una suerte de vida comunitaria en que todos somos consumidores, la "grandeza" y tragedia del ser humano que solo es si consume.
Estos árboles medio desnudos, parecen puestos adrede para intentar compensar la frialdad del resto de la escena. Iglesias para adorar al dios más novedoso.
Los arbolitos parecen ser vigilados por los grandes reflectores que iluminan la escena. A mi juicio representan la inocencia como la aurora de Nueva York en el poema de Lorca. En ese paisaje parecen presos de la sociedad de consumo que intentan sobrevivir. En esta imagen que pensé largo rato, necesitaba mostrar la ternura de los arboles frente al entramado comercial.
Esos arbolitos son una concesión a la maquinaria aséptica y magnética del centro comercial que arrastra a las multitudes. ¿Intrusos? ¿Frágiles criaturas?
Me gusta cómo los dos árboles en primer término enmarcan bajo la última luz del ocaso la "tierra prometida" profusamente visible en la noche gracias a sus rótulos y torre iluminada que nos recuerdan dónde podemos gastar dinero.
ResponderEliminarUn abrazo Joselu.
José Saramago tiene un libro que se titula La caverna que se fundamenta en esos centros comerciales que ubican a las multitudes a modo de ciudades en las que trasncurren las vidas. Este es uno más. Está lleno cualquier día de la semana, pero en especial los fines de semana. La imagen me perseguía y quise captarla. Tal vez no tenga nada pero deseé fotografiar ese contraste del que das cuenta en tu comentario. Allí dentro es una suerte de vida comunitaria en que todos somos consumidores, la "grandeza" y tragedia del ser humano que solo es si consume.
EliminarUn abrazo, Minimal.
Estos árboles medio desnudos, parecen puestos adrede para intentar compensar la frialdad del resto de la escena. Iglesias para adorar al dios más novedoso.
ResponderEliminarLos arbolitos parecen ser vigilados por los grandes reflectores que iluminan la escena. A mi juicio representan la inocencia como la aurora de Nueva York en el poema de Lorca. En ese paisaje parecen presos de la sociedad de consumo que intentan sobrevivir. En esta imagen que pensé largo rato, necesitaba mostrar la ternura de los arboles frente al entramado comercial.
EliminarQuiénes son los intrusos? Empieza a ser difícil saberlo en nuestros paisajes urbanos.
ResponderEliminarEsos arbolitos son una concesión a la maquinaria aséptica y magnética del centro comercial que arrastra a las multitudes. ¿Intrusos? ¿Frágiles criaturas?
EliminarBuena idea, nos encanta visitar en tu Blog ... volveremos pronto ...
ResponderEliminarทางเข้าจีคลับ
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